lunes, 23 de abril de 2012

Recuento 14: De Júpiter Eres


I
-Mi sueño se hizo realidad. Ya me diste material para un relato.
-Te has puesto a pensar que fuiste tú quien inconscientemente provocó que ese sueño se volviera realidad.
-Pues no fui yo quien le hizo la mala jugada al otro…
-No comiences con dramas de nuevo. Mejor dime, ¿soy el protagonista de tu cuento o un personaje de relleno, el árbol número tres?
-Me lastimó lo que hiciste…
-Si eres el encargado del reparto en tu relato y no soy el protagonista sino un personaje más, elijo ser el árbol número dos, es mucho más frondoso; además, el árbol número uno está plagado de termitas y el número tres está un poco seco.
-En mi relato tú eres tú y yo soy yo.

II
-La puerta se cerró detrás de ti…
-Y nunca más volviste a aparecer.
-¿Cómo dices?
-Es como va un bolero, y no parece la forma más adecuada de iniciar un relato.
-Corrector de estilo le llaman a usted.
-Por mi nombre me llaman, a veces por mi apellido.
-Me lastimó mucho lo que me hiciste.
-Vale, pero lo que no hice, eso no te lastimó. A eso le llamo ver el lado positivo de las cosas.
-Hablas de lo inexistente. Es como decir que soy infeliz porque elijo serlo cuando hay tantas cosas por las que puedo ser feliz pero me niego a verlas.
-Ya vas entendiendo.
-Indiferencia.
-Y eso viene a cuenta de qué.
-Es el título del relato.
-¿Sobre qué va?
-Sobre nosotros.

III
-Acaba de morir un gato que recogí esta tarde de la calle. Es sólo un bebé de una semana. Lo que le hicieron a él sí es indiferencia.
-Mi relato incluye un gato.
-Los he preferido siempre por sobre los perros.
-Los gatos negros me gustan aunque se piensen muchas cosas de ellos.
-Anaranjado era este. Ya lo guardé en una cajita para enterrarlo mañana temprano.
-El sábado estuve muy enfermo, a punto de morir.
-Me alegro de que ahora estés bien y no hayas muerto.
-Me alegro yo también de poderme alegrar.

IV
-¿Cómo va el relato?
-Se está escribiendo por sí mismo.
-Estuve en la playa por dos días.
-No me gusta la playa ni asolearme, el sudor me produce una especie de alergia cutánea.
-¿Cómo sigues?
-Tomando antibióticos y desinflamatorios. Ya mejor. ¿Qué haces?
-Te envío una fotografía de lo que hago en un momento.
-Bien.
-¿Ya la viste?
-Sí. Lo primero que vi en tu foto no fue a ti sobre la cama sino a la taza de café que aparece al fondo sobre el buró.
-De Júpiter eres.
-Vecinos somos.
-Lo somos. Estoy algo estresado.
-Mastúrbate.
-Estrés académico.
-Al eyacular te sentirás libre de todas las presiones. Es un tipo de desfogue somatopsíquico.
-Seguiré tu consejo.
-Piensa en mí.
-¿Qué dices?
-Piensa en mí mientras te masturbas. Me cuentas si consigues al menos la erección.
-Tal vez si pienso en ti disfrazado de red bull la consiga.

V
-Y ya jamás me dirigió de nuevo la palabra. Así es.
-¿Es el final del cuento?
-Es todo el cuento.
-Es un cuento muy corto.
-Los hay más cortos. Los que escribió Monterroso, por ejemplo.
-Pero, ¿y los personajes y todo lo demás?
-En un cuento lo más importante es lo que no se dice, pero el lector intuye e interpreta: lo implícito.
-Le falta el “y vivieron felices para siempre”. Bueno, aunque si lo hubieras puesto sería un cuento irreal y utópico.
-Está en el lector elegir el final que le crea más conveniente.
-¿El protagonista muere?
-Todos habremos de morir un día. Pensándolo bien, en la ficción puede ocurrir cualquier cosa.

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