I
-Mi sueño
se hizo realidad. Ya me diste material para un relato.
-Te has
puesto a pensar que fuiste tú quien inconscientemente provocó que ese sueño se volviera
realidad.
-Pues no
fui yo quien le hizo la mala jugada al otro…
-No
comiences con dramas de nuevo. Mejor dime, ¿soy el protagonista de tu cuento o
un personaje de relleno, el árbol número tres?
-Me lastimó
lo que hiciste…
-Si eres el
encargado del reparto en tu relato y no soy el protagonista sino un personaje
más, elijo ser el árbol número dos, es mucho más frondoso; además, el árbol
número uno está plagado de termitas y el número tres está un poco seco.
-En mi
relato tú eres tú y yo soy yo.
II
-La puerta
se cerró detrás de ti…
-Y nunca
más volviste a aparecer.
-¿Cómo
dices?
-Es como va
un bolero, y no parece la forma más adecuada de iniciar un relato.
-Corrector
de estilo le llaman a usted.
-Por mi
nombre me llaman, a veces por mi apellido.
-Me lastimó
mucho lo que me hiciste.
-Vale, pero
lo que no hice, eso no te lastimó. A eso le llamo ver el lado positivo de las
cosas.
-Hablas de
lo inexistente. Es como decir que soy infeliz porque elijo serlo cuando hay
tantas cosas por las que puedo ser feliz pero me niego a verlas.
-Ya vas
entendiendo.
-Indiferencia.
-Y eso
viene a cuenta de qué.
-Es el
título del relato.
-¿Sobre qué
va?
-Sobre
nosotros.
III
-Acaba de
morir un gato que recogí esta tarde de la calle. Es sólo un bebé de una semana.
Lo que le hicieron a él sí es indiferencia.
-Mi relato
incluye un gato.
-Los he
preferido siempre por sobre los perros.
-Los gatos
negros me gustan aunque se piensen muchas cosas de ellos.
-Anaranjado era este. Ya lo
guardé en una cajita para enterrarlo mañana temprano.
-El sábado
estuve muy enfermo, a punto de morir.
-Me alegro
de que ahora estés bien y no hayas muerto.
-Me alegro
yo también de poderme alegrar.
IV
-¿Cómo va el relato?
-Se está escribiendo por sí mismo.
-Estuve en
la playa por dos días.
-No me
gusta la playa ni asolearme, el sudor me produce una especie de alergia cutánea.
-¿Cómo
sigues?
-Tomando
antibióticos y desinflamatorios. Ya mejor. ¿Qué haces?
-Te envío
una fotografía de lo que hago en un momento.
-Bien.
-¿Ya la
viste?
-Sí. Lo
primero que vi en tu foto no fue a ti sobre la cama sino a la taza de café que aparece al
fondo sobre el buró.
-De Júpiter
eres.
-Vecinos
somos.
-Lo somos. Estoy
algo estresado.
-Mastúrbate.
-Estrés
académico.
-Al
eyacular te sentirás libre de todas las presiones. Es un tipo de desfogue
somatopsíquico.
-Seguiré tu
consejo.
-Piensa en
mí.
-¿Qué
dices?
-Piensa en
mí mientras te masturbas. Me cuentas si consigues al menos la erección.
-Tal vez si
pienso en ti disfrazado de red bull la consiga.
V
-Y ya jamás
me dirigió de nuevo la palabra. Así es.
-¿Es el
final del cuento?
-Es todo el
cuento.
-Es un
cuento muy corto.
-Los hay
más cortos. Los que escribió Monterroso, por ejemplo.
-Pero, ¿y
los personajes y todo lo demás?
-En un
cuento lo más importante es lo que no se dice, pero el lector intuye e interpreta: lo
implícito.
-Le falta
el “y vivieron felices para siempre”. Bueno, aunque si lo hubieras puesto sería
un cuento irreal y utópico.
-Está en el
lector elegir el final que le crea más conveniente.
-¿El
protagonista muere?
-Todos
habremos de morir un día. Pensándolo bien, en la ficción puede ocurrir cualquier cosa.
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