lunes, 1 de agosto de 2011

Recuento 10: Hay un hombre bajo la sombra de aquel árbol

Desde aquí veo a un hombre bajo la sombra de aquel árbol. Está tranquilo. Su tez es clara, pálida, lo más seguro es que no sea de por aquí, por su cabello rubio yo diría que es extranjero o descendiente de ellos, europeos de ojos claros no se ven todos los días. Me pregunto qué estará haciendo él ahí. Quizás espera que las hojas del árbol caigan sobre su cabeza. Quizás espera el invierno. Quizás espera que llegue la muerte y le plante un beso. Hay muy pocas hojas marchitas esparcidas sobre el suelo, pero eso a él parece no importarle, desde que me he puesto a observarlo no se ha movido un milímetro de su posición. Quizás ese hombre desea ser tan alto como el árbol, para arrancar el fruto maduro que pende de la rama que no alcanzaría ni poniéndose de puntas. Ese hombre no se mueve, y yo soy invisible para él. Él está tan quieto como el viento, y yo también mientras lo observo. Ese hombre espanta a los pájaros que detienen su vuelo en las ramas del árbol, pero no creo que él sea un espantapájaros de profesión, si tan sólo él dijera algo o yo me atreviera a preguntar. Desde aquí veo a un hombre bajo la sombra de aquel árbol, yo, que estoy tan lejos de ti, deseo estar un poco más cerca, protegerme de los rayos del sol bajo la sombra del árbol igual que tú lo haces y, por qué no, poner mi oído en tu pecho y escuchar los latidos de tu corazón. Los solitarios somos todos iguales. 

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